Si hace unos días Móstoles fue noticia al declarar a Donald Trump como persona “non grata”, esta localidad vuelve a ser noticia ya que su Parque Finca Liana alberga el primer hamacódromo popular del país, con 40 hamacas para reivindicar el derecho a la pereza.
La creación de un parque de hamacas fue una de las ideas de la exposición “Será una vez… Móstoles 2030”, promovida por el Instituto de Transición Rompe el Círculo, para pensar en el futuro de la ciudad e imaginar nuevas maneras de vivir en ella, partiendo de la premisa de que el cambio climático y la crisis del petróleo acabarán con el crecimiento económico.
El proyecto del hamacódromo ha sido impulsado por el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M), ha contado con la colaboración del colectivo Tejiendo Móstoles y ha recibido el apoyo del Ayuntamiento de Móstoles, que cedió el espacio en el parque público.
A partir de las reuniones de un grupo de mujeres que acudía a la cafetería del museo a tejer, el equipo de educación del CA2M decidió comprar una mesa para el colectivo Tejiendo Móstoles, un nombre que “no solo habla de la actividad que desarrollan, sino también del tejido social”.
De esta forma, el equipo de educación del Centro de Arte Dos de Mayo generó una línea de trabajo sobre el significado de los saberes artesanos y de los trabajos que la gente hace con sus manos, siguiendo las técnicas tradicionales.
Este colectivo, compuesto por una veintena de personas, en su mayoría amas de casa, ha colaborado en la construcción del hamacódromo, entre otros proyectos sociales.
Alrededor de un centenar de personas ha asistido a los talleres, que se han organizado en el CA2M, en centros culturales municipales e institutos de secundaria en los últimos nueve meses para construir hamacas desde los saberes tradicionales, de manera lenta.
El pasado 26 de mayo se estrenó el hamacódromo en un pinar ubicado dentro del Parque Finca Liana, donde se celebró una verbena, con música y comida, y se pudieron descansar en compañía en una siesta popular.
Hechas con cuerda de tendedero, de cinco milímetros de grosor, un material que puede resistir bien a la intemperie, hay dos tipos de hamacas, unas que se hacen como tejiendo calceta con los brazos y otras que quedan más bonitas, con puntos de macramé.
Son de distintos colores y tamaños, unas pequeñas para niños, otras más grandes para adultos y otras colectivas
Estos vecinos de Móstoles recuerdan que Paul Lafargue hablaba en el siglo XIX del derecho a la pereza y reivindican su papel en el siglo XXI, aunque sugieren un nuevo enunciado: “Todo hombre o mujer tiene derecho a soñar que se enamora tumbado en una hamaca”.