El teletrabajo y la drástica disminución de turistas, eventos y ocio nocturno han reducido el servicio del taxi madrileño a una cuarta parte.
La segunda ola de la pandemia, que está golpeando con fuerza a toda la economía española, ha empeorado aún más la situación en la que ya se encontraba el taxi madrileño.
El colectivo, que ejerció como “servicio esencial” durante los meses más duros del confinamiento y que fue el encargado de trasladar enfermos y personal sanitario a los hospitales en muchas ocasiones de manera gratuita, se encuentra ahora viviendo una una situación agónica.
El taxi madrileño languidece ante las restricciones de movilidad, el desplome del turismo internacional, el teletrabajo, la suspensión de eventos y el cierre del ocio nocturno. Solo quedan carreras para llevar a gente a los hospitales o desplazamientos puntuales.
“Fíjate qué contradicción, antes éramos nosotros los que le llevábamos alimentos al Padre Ángel para que diera de comer a la gente necesitada, y ahora es el Padre Ángel quien nos tiene que dar de comer a nosotros”, relata el presidente de la Asociación Gremial del Taxi de Madrid, Ángel Julio Mejía Noguerales. “Esta es la situación del colectivo taxi en la actualidad”, señala.
Según expone a este diario, en la actualidad cada taxi “genera un gasto diario mínimo de entre 60 o 70 euros”, una cifra superior a lo que se está recaudando por taxi cada día. “Hablamos de que estamos haciendo unos ingresos por jornada de 50 o 60 euros”, dice el presidente de la gremial. Esto supone una caida de la actividad es de en torno al 75 por ciento”.
Los taxistas madrileños solicitan que se lleve a cabo una regulación extraordinaria para adecuar la oferta actual a la demanda. Esta pasa por adecuar la reglamentación al formato ‘par o impar’ por el cual se organicen las salidas de los vehículos con matrículas pares determinados días para, los restantes, sean los taxis con matrículas impares los que circulen.
De esta forma, se quitarían coches de la circulación que no son necesarios y que provocan perjuicios medioambientales, los taxistas madrileños se expondrían menos al contagio y se adecuarían los gastos con la recaudación que se obtiene.