Con la llegada de las Navidades, los jamones se repiten en las mesa y cestas de toda España, y siendo Carrasco Ibéricos todo un seguro
Las Navidades ya están a la vuelta de la esquina, y el jamón ibérico es un clásico para estas fiestas, pero no cualquier jamón. Cuando no te la quieres jugar, tienes que elegir profesionalidad, experiencia, consistencia y garantía. Ese es el jamón de Carrasco Ibéricos.
Poner en la mesa un producto de Carrasco Ibéricos es quedar bien. Probar su versión de carne fresca (secreto, presa, solomillo, cinta de lomo adobada) cocinadas a la brasa o a la plancha para saborear toda su esencia. Los embutidos, cortados al momento o envasados al vacío y emplatados de manera simple para maridar con diferentes opciones desde lo más clásico (vino, cerveza) a lo más atrevido (espumosos, sake). Puedes comprarlos en su web.
Más de 125 años de experiencia
Carrasco Ibéricos elabora diariamente sus productos desde hace más de 125 años destacando por su “saber hacer” a la hora de elaborar productos de gusto característico. Cuatro generaciones de pasión, buscando la perfección en el sabor y la elaboración, asegurando la homogeneidad del producto, la excelencia de su sabor y la calidad esperada de una experiencia de degustación única.
La calidad y exclusividad de Carrasco Ibéricos, es fruto de la excelencia, el mimo y la paciencia que mantienen a lo largo de su proceso de su creación. Durante años han seleccionado diversas estirpes de cerdo ibérico hasta dar con una raza propia y mejorada capaz de transmitir la complejidad y sensaciones de nuestros productos. Los animales se crían en sus propias fincas en libertad, en la dehesa de Extremadura, por ser la mayor concentración de encinas de Europa.
Valor diferencial de Carrasco Ibéricos
La singularidad de su raza propia y la alimentación con bellotas, aportan un sabor diferente y rico en matices: cerdos saludables, fuertes, resistentes, de talla y peso ideales y con mayor capacidad de infiltración grasa y de fijación de aromas. La curación de los productos tiene lugar en Guijuelo, donde tras un proceso de salazón y lavado, las piezas pasan a los secaderos naturales con ventanales por donde penetra el aire seco de la zona, favoreciendo la fusión natural de la grasa infiltrada y alcanzando una distribución uniforme. A partir de los 30 meses pasan a bodegas naturales, con una temperatura estable, donde están hasta su expedición.
Este proceso único da como resultado un sabor más dulce, con un punto umami. Más bajo de sal, suave y sutil. Textura untuosa, oleosa, ligera y delicada, que se deshace en la boca. Pleno de aromas, perfumes, matices, que despiertan aromas de la dehesa, pero también a nuez, frutos secos y caramelo. Brillante de apariencia, con una veta delicada de color nuez y tonos cereza.